Por encima de la ley
El mal ejemplo de Esperanza Aguirre
Lo que se inició siendo un mero incidente de seguridad vial de Esperanza Aguirre ante los agentes de movilidad de Madrid que la pillaron in fraganti, está concluyendo por sus derivaciones en un extremo más del siniestro esperpento que nos rodea a diario, volviendo a ver el ojo derecho de la derecha de siempre. Aunque no es nada nuevo porque sea sobradamente conocido, sin embargo el caso de Aguirre demuestra que hay hechos que sobrepasan los límites habituales del disparate, yendo incluso más allá de donde puede alcanzar la finitud de la sabiduría humana.
La continuación de hechos que se desarrollaron a partir del episodio de Aguirre, iniciado con la invasión del carril bus a pie del cajero automático, no atendiendo el requerimiento de la policía de la movilidad para darse a la fuga como cualquier delincuente – ¿Temía quizás la prueba de alcoholemia tras el almuerzo? ¿Por qué no se le hizo?- tirando al suelo la moto del agente de la autoridad que le estorbaba en su osada maniobra para desobedecer las indicaciones de que se detuviera por la patrulla de agentes municipales que le perseguían, ¿es el ejemplo que una servidora de lo público debe dar ante la sociedad a la que se debe?
Seguidamente, aumentando el atrevimiento, para jactarse de que no iba con el coche oficial que dispone de la Comunidad de Madrid, por cierto donde ya no ejerce cargo alguno, sino en uno suyo particular. Haber invitado, dice, a los agentes, a los que descalifica de “prepotentes y machistas”, a su casa para “seguir charlando” sobre el hecho infractor, al tiempo que pretender, -a través de los dos guardias civiles, que también nos hemos enterado por este caso que dispone y le custodian-, pactar el parte del quebrantamiento de la seguridad vial de cara a contemplar las circunstancias o atenuantes para su minimización, demuestran palpariamente cómo y hasta dónde está instalada esta casta privilegiada: liberales que denostan lo público pero que viven a costa del erario de todos, originarios de un mundo aparte donde se creen que nacen dotados de una impunidad suprema para el ejercicio de un derecho natural de pernada sobre el resto de los humanos.
Y para colmo, la posterior gestión de victimismo que una Aguirre en cólera perdiendo los pocos papeles que le quedaban ha hecho del asunto; primero dirigido a los guardias urbanos que han redactado el acta de incidencias y lo han presentado como denuncia en la Comisaría de la Policía Nacional, amenazándolos con llevarlos a los tribunales por retención ilegal, para posteriormente enfrentarse a la prensa que no controla porque le hacían preguntas que no deseaba, poniéndose de sexagenaria maltratada y arremetiendo con la soberbia que le caracteriza contra profesionales de la comunicación, exceptuando lógicamente a los cavernícolas libelos de la sinrazón y de la RTVE de la manipulación, otros liberales subvencionados.
Por menos motivos y sin necesidad de acudir a las estrafalarias argumentaciones dadas por Esperanza Aguirre, otros políticos europeos habituados a la prudencia han reconocido su error, pidiendo públicamente perdón a la vez que asumían responsabilidades políticas; como el ministro británico de Energía dimitido del conservador Gobierno de Cameron por una multa de tráfico que le fue impuesta diez años antes al descubrirse que puso engañosamente a su esposa como la conductora que iba al volante. Ambos, la mujer -por colaboración necesaria- y el hombre, han acabado con multas y en la cárcel. O en el caso de ministros alemanes y polacos, que tras pedir perdón a sus universidades y votantes dimitieron inmediatamente de sus departamentos por un plagio realizado hace veinte años en sus tesis doctorales, consistente en no citar a los auténticos autores de una parte de sus investigaciones expuestas y publicadas.
Para los que nos gobiernan, Spain sigue siendo todavía different; mensaje propagandístico que predicó precisamente el fundador del PP, Manuel Fraga, en su etapa de siete años como ministro del dictador Franco. Y para los avergonzados españoles por este esperpéntico suceso protagonizado por Aguirre, continuar soportando a esta panda de golfos y golfas, corruptos gürtelanos sobreseados, que encima se niegan, para que se conserve el analfabetismo de que hacen gala, a que se conozca y estudie por las nuevas generaciones la disciplina escolar `educación para la ciudadanía´, como tampoco quieren saber nada de educación y seguridad vial.
La personaje Aguirre que se vanagloria de liberal por el contrario en sus múltiples manifestaciones o actuaciones no puede ocultar su autoritarismo, su chulería, su intolerancia, o la prepotencia que destila como si le viniera de casta: usted no sabe con quién está hablando. Asimismo, su desprecio a la policía cuando “molesta” su intervención, no así cuando la instrumentaliza, al igual que hace Cifuentes, -tanto montan, montan tanto- en la defensa de intereses bastardos poniéndola en primer plano o en primera línea de fuego; como en la pasada movilización del 22M en manifiesta provocación para que la vapuleen, a ser posible con balance sangriento o mejor con muertos, y pueda así sacar pecho en defensa del orden y de la autoridad, que oculten bien la indignación realmente existente contra las políticas neoliberales que bajo los eufemismos, “la herencia recibida” o “la recuperación económica ya se ha producido” nos llevan a más pobreza social y democrática, eso que tanto les fastidia cuando los ponen sobre la mesa organizaciones tan “extremistas y rojas” “que no están en la realidad” como Cáritas o Amnistía Internacional.
Un juez de Instrucción tendrá que decidir si abre diligencias contra la presidenta del PP de Madrid, Esperanza Aguirre, por un delito de desobediencia o por una falta contra el orden público una vez que reciba el atestado policial sobre los hechos sucedidos este jueves tras aparcar en un carril bus de la Gran Vía.
Fuentes jurídicas han explicado a Europa Press que el procedimiento penal arrancará una vez que el atestado policial sea trasladado al Decanato de los juzgados ordinarios y éste recaiga sobre un juez instructor. Este viernes aún la Policía no había trasladado la denuncia al juzgado, según fuentes del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, y tampoco lo podrán hacer este fin de semana por considerarse sábado y domingo días inhábiles. Será cuando la denuncia llegue al Decanato cuando el magistrado decida si abre o no diligencias para investigar bien un delito de desobediencia del artículo 550 del Código Penal o bien una falta contra el orden público, recogida en el artículo 634.
«Son reos de atentado los que acometan a la autoridad, a sus agentes o funcionarios públicos, o empleen fuerza contra ellos, los intimiden gravemente o les hagan resistencia activa también grave, cuando se hallen ejecutando las funciones de sus cargos o con ocasión de ellas», recoge este delito.
Estará penado con las penas de prisión de dos a cuatro años y multa de tres a seis meses si el atentado fuera contra autoridad y de prisión de uno a tres años en los demás casos. Sobre la falta contra una orden pública, el artículo 634 establece que cometen esta infracción penal «los que faltaren al respeto y consideración debida a la autoridad o sus agentes, o los desobedecieren levemente, cuando ejerzan sus funciones». Serán castigados con la pena de multa de diez a sesenta días.
En el caso de que el juez vea que se haya incurrido en alguno de estos dos preceptos penales, entrará en juego el Ministerio Público y éste decidirá si acusa o no. En el caso de que el proceso siga adelante, se tendría que llamar a Aguirre a declarar en calidad de imputada y a los agentes implicados en el incidente como testigos. En la hipótesis de que se transformaran las diligencias en procedimiento abreviado por un delito de desobediencia, sería juzgada por un juzgado de lo penal al no ser aforada.
En ningún caso se celebraría un juicio rápido, dado que esta modalidad se produce con determinados delitos. Estas infracciones penales serían hurto y robo de uso de vehículos; delitos contra la seguridad del tráfico; delitos de daños; atentado (pegar a un policía); y algunos delitos contra la propiedad intelectual. Si el juez considera a Esperanza Aguirre autora de una falta contra el orden público, le caería una multa. Este último caso no constituye un antecedente penal. Sin detención. Por otro lado, según han confirmado a Europa Press fuentes policiales, los hechos protagonizados ayer por Aguirre, que según los agentes de movilidad, hizo caso omiso de sus indicaciones y arrancó su coche pese a que le dijeron que no lo hiciera, no suelen terminar con la detención del sujeto.
En general, este tipo de casos no suelen acabar con la detención de la persona en cuestión y su consiguiente traslado a comisaría siempre y cuando exista una identificación previa. En este caso, la presunta infractora había sido previamente identificada con nombre y dirección por los agentes, pues había entregado toda la documentación requerida.
Es decir, ante cualquier posible declaración ante el juez, esta persona, en este caso Aguirre, estaría plenamente localizada. De hecho, Aguirre ha manifestado estos días que cuando sucedió lo ocurrido les dijo a los agentes que si existía algún problema, la podían localizar en su domicilio.
Hans Grüber
El problema es que se creen que están por encima del bien y del mal.
Lamentabe!!! Ella misma se deesacredita solita… no hace falta decir nada más.