El precio de las víctimas
El PP convirtió los atentados de 2004 en Madrid en un juego para no perder votos. Sin pensar en el dolor de las 191 familias que lloraban por las víctimas, manipularon la información con el único pretexto de ganar las elecciones.
El 11 de marzo de 2004 fue un día trágico para España, 10 bombas explotaron simultáneamente en cuatro trenes de la red de cercanías de Madrid. El resultado fueron 191 víctimas y 1858 heridos, convirtiéndose en el mayor atentado que se ha perpetrado en Europa hasta la fecha.
Tras el atentado el país quedó conmocionado y rápidamente se empezaron a barajar culpables. El primer nombre que vino a la cabeza de todos los españoles, ya casi por rutina, fue ETA. No coincidía con su modus operandi pero a la opinión pública no le extrañaba que pudiesen realizar un acto de este calibre, al fin y al cabo, son asesinos.
El mismo 11 de marzo la cúpula del PP se encargó de llamar a todos los medios de comunicación para atribuir la autoría del atentado a ETA. Como consecuencia periódicos como El País abrieron sus portadas al día siguiente con titulares como “Matanza de ETA en Madrid”. Lo que no nos contó El Gobierno fue que la misma tarde del 11-M la Policía Nacional encontró una furgoneta con explosivos y cintas que contenían versos coránicos. Diferentes técnicos del cuerpo policial coincidieron en que esos explosivos no coincidían con los utilizados por la Banda Terrorista ETA.
Al día siguiente ya había dudas sobre la autoría de los atentados, aunque el PP giró la cabeza afirmando constantemente que era ETA. Desde Londres Al-Qaeda se atribuyó el atentado y ETA, por su parte, negó que tuviese nada que ver. En ese momento ya parecía que estaba todo atado, aunque para nuestros mandatarios no fue así. El 13 de marzo Mariano Rajoy, en ese momento Ministro del Interior, afirmaba tener “la convicción moral” de que el atentado había sido perpetrado por ETA.
El PP ya sabía quién había perpetrado la matanza, aunque si decían abiertamente que el atentado tenía procedencia islamista se arriesgaban de forma segura a perder las elecciones. Recordemos que Aznar fue quien decidió que España debía estar en la Guerra de Irak por principios que aún desconocemos. Este atentado era una clara muestra de que ir a la guerra no fue una buena decisión y ahora los españoles se habían convertido en los “infieles” que tanto detestan desde los sectores extremistas del Islam.
Desde ese momento cualquier principio ético se perdió en el olvido. El PP empezó una huida hacia delante manteniendo que ETA era la autora de los atentados hasta que se produjesen las elecciones. No respetaron a las víctimas ni a sus familiares, ni siquiera llegaron a empatizar un segundo con sus compatriotas, ellos solo entendían de intereses. Así, la política española vivió uno de los momentos más sucios y bochornosos que se podrán recordar en democracia. El atentado más trágico que ha vivido España se convirtió en algo con lo que jugar en las elecciones.
Finalmente y tras la presión social, tuvieron que admitir que fue Al-Qaeda en plena jornada de reflexión y, contra todo pronóstico, Zapatero ganó las elecciones. En las encuestas del CIS anteriores al atentado el líder socialista no tenía ninguna posibilidad de obtener la presidencia.
Puede que el 11-M ya sea historia, han pasado 10 años. Lo que no es historia es que el número dos del partido que participó en una de las mayores estafas de este país es nuestro presidente. No es historia que los españoles, pese a haber sido engañados descaradamente, hemos vuelto a votar a los mismos. A veces tendríamos que recordar que si no les importan nuestras propias víctimas, mucho menos les va a importar nuestros derechos.